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PARTO NATURAL Y MIEDO A LA INCERTIDUMBRE

  • Lic. Alejandra Imerito
  • 6 abr 2016
  • 2 Min. de lectura

Al acercarse la fecha probable de parto la mujer inicia un camino de introspección, silencio y preparación en el que se enfrentará de la mejor manera posible a lo incierto. Y he aquí uno de los miedos más comunes de nuestra era, el miedo a no saber, a no poder controlar la situación.

Vivimos en una época en la que esperar, confiar, soltar y sobre todo, no controlar, son un verdadero desafío; pero aún resguardadas en la tecnología y en los avances en medicina, pujar sigue siendo pujar y el dolor sigue siendo el dolor; por lo que durante el parto regresamos a un estado primitivo, salvaje, mamífero, donde no rigen las leyes posmodernas.

Somos el canal a través del cual nace otro ser. Él es el protagonista y éste es el inicio de su historia, por lo tanto, depende de nosotras parir, pero no depende exclusivamente de nosotras el modo en que ese parto acontezca. Por todo ello, parir supone un rol activo, el de pujar, pero también una entrega, la de renunciar al control y confiar en la naturaleza, en la fortaleza personal y en el equipo médico.

Es importante que la mujer se conecte con sus miedos y sus dudas, “será hoy?”, “cuántas contracciones conté?”, “cómo sabré si rompí bolsa?”, “y si no me doy cuenta?”, “podré soportar el dolor?”, “saldrá todo bien?”, “podré darle la teta?”, “tendré depresión posparto?”. Las preguntas forman parte de la preparación, algunas surgen de la ansiedad y el entusiasmo, otras de las expectativas propias y ajenas, de los prejuicios y vivencias personales. Pero escucharlas a todas, ofrece la oportunidad de soltarlas, para llegar al parto con el menor peso posible, ligeras de equipaje; al igual que nuestras madres, abuelas, bisabuelas, y anteriores a ellas miles de otras mujeres que experimentaron también el vértigo de la incertidumbre.

La experiencia de la maternidad puede reactivar historias no resueltas del pasado. Nos conecta con nuestros juegos infantiles y nuestras relaciones más primarias, el vínculo con nuestra madre de donde tomamos un modelo para ser madres nosotras también.

Por esto y por muchas otras cuestiones, la maternidad es considerara una crisis vital y evolutiva, que vale el tiempo y la dedicación de explorar y elaborar.

No se puede cambiar aquello que ya ocurrió, pero sí se puede darle un nuevo sentido con el propósito de hacer las paces, sanar y soltar. Y ser madres lo más libre posible.


 
 
 

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