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Una experiencia de parto

  • aleimerito
  • 6 abr 2016
  • 1 Min. de lectura

"Instantes después mi cuerpo empujaba con una fuerza descomunal que no me pertenece, instintivamente me alcé verticalmente como para ayudarme de la fuerza de la tierra y apoyé después las manos en el suelo. Grité y la habitación, hasta entonces en el silencio de las iglesias, se llenó de una voz ancestral que no reconocí como propia y que parecía venir de miles de mujeres antepasadas gimiendo en el mismo trance. Sentí como si me quebrara en mil pedazos, perdí la conciencia de los límites de mi cuerpo y pasó, de nuevo al igual que las otras veces, como una ráfaga, el convencimiento de que me moría. Ese último grito puso fin a los susurros y abrió paso a sollozos, risas, exclamaciones y el llanto de nuestro hijo. OJALÁ PUDIERA DILATAR ESE RENOVADO ESTADO DE CONCIENCIA QUE EMERGE FUGAZMENTE CUANDO ME CONVIERTO EN UN TÚNEL ENTRE DOS MUNDOS AL DAR A LUZ".

(Relato anónimo de la vivencia de parto de una madre, tomado de la Conferencia de Neurobología del parto de Ib

one Olza)


 
 
 

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